Descubrir Azay-le-Rideau

Famoso por su prestigioso castillo renacentista situado en el centro del pueblo, el casco antiguo de Azay-le-Rideau es tranquilo, con sus hermosas callejuelas comerciales y casas. Un bonito paseo en perspectiva.

A lo largo del río Indre, descubra también el castillo de l’Islette, el Museo Maurice Dufresne y el Valle Troglodita de Goupillières.

El castillo de Azay-le-Rideau

El castillo de Azay-le-Rideau, construido en el centro de Turena bajo el reinado de Francisco I, constituye una de las joyas más hermosas del valle del Loira. Sus dos espejos de agua reflejan la refinada silueta. Situado en una isla rodeada por el Indre, parece como sacado de un cuento de hadas. ¡Efecto garantizado!

Considerado como el ejemplo perfecto de la arquitectura renacentista a la francesa, el castillo de Azay-le-Rideau revela una imponente escalera de honor construida según el modelo italiano de escalera recta, llamado «rampa sobre rampa». Conduce a los visitantes hacia un interior suntuoso donde el salón de gala y los apartamentos privados son testimonios de la lujosa atmósfera en la que vivía la familia de los Marqueses de Biencourt.

El parque paisajístico proporciona al edificio un marco natural romántico acompañado de macizos de hortensias y árboles centenarios. Alberga también un jardín de estilo inglés y un conservatorio de verduras antiguas en el «Jardín de los secretos».

Los amores de Rodin y Camille Claudel

Una réplica más modesta del castillo de Azay-le-Rideau, el castillo de l’Islette conserva el recuerdo de los tumultuosos amores de dos grandes escultores, Camille Claudel y Auguste Rodin. Durante la década de 1890, el maestro y su alumna se encuentran en l’Islette, que se convierte en lugar de inspiración y creación.

Es en este lugar donde Rodin trabaja en su famoso Balzac, tomando como modelo a un habitante local. Respecto a Camille, esculpe aquí una de sus obras más importantes: «La Petite Châtelaine», inspirada en el rostro de la nieta de los antiguos propietarios del castillo.

A la sombra de salces y tilos, acunado por las orillas del Indre, el visitante se deleita mientras pasea por el parque de estilo inglés que rodea este palacete del siglo XVI. En verano, al anochecer, visitar el castillo a la luz de las velas o escuchar un recital delante de la fachada renacentista es una experiencia mágica.

La vida rural en el valle troglodita de Goupillères

A la sombra de la vida del castillo, el valle troglodita de Goupillères revela al visitante cómo era antiguamente la vida cotidiana de los campesinos de la zona. Canteros durante el invierno, extraían la toba calcárea de las canteras, lo que permitió la construcción de más de doscientos castillos en el valle del Loira.

Acurrucado en un pequeño valle secreto, este lugar muestra el hábitat de tres familias campesinas que vivían, durante la Edad Media, escondidas en sus granjas trogloditas para escapar de los bandidos. Habitaciones excavadas en la roca, corral, huerto, silo y refugio subterráneo perduran en medio de la representación sabiamente dirigida por la familia Chardon.

Durante la temporada alta, los «fabulosos domingos de Amélie» permiten disfrutar de espectáculos musicales y comidas campestres durante las que se puede degustar «la fouée tourangelle», una bolita de pan cocida al horno y rellena, todavía caliente, de rillettes de oca, de mantequilla de caracol o de queso de cabra.